Lucas 1:1-2:40
11Muchas personas han intentado escribir un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros. 2Se valieron de los informes que circulan entre nosotros dados por testigos oculares, los primeros discípulos.* 3Después de investigar todo con esmero desde el principio, yo también decidí escribir un relato cuidadoso para ti, muy honorable Teófilo, 4para que puedas estar seguro de la veracidad de todo lo que te han enseñado.
5Cuando Herodes era rey en Judea, hubo un sacerdote judío llamado Zacarías. Era miembro del grupo sacerdotal de Abías; y su esposa, Elisabet, también pertenecía a la familia sacerdotal de Aarón. 6Zacarías y Elisabet eran justos a los ojos de Dios y cuidadosos en obedecer todos los mandamientos y las ordenanzas del Señor. 7No tenían hijos porque Elisabet no podía quedar embarazada y los dos eran ya muy ancianos.
8Cierto día, Zacarías se encontraba sirviendo a Dios en el templo, porque su grupo de sacerdotes estaba de turno esa semana. 9Como era costumbre entre los sacerdotes, le tocó por sorteo entrar en el santuario del Señor y quemar el incienso. 10Mientras el incienso se quemaba, una gran multitud estaba afuera orando.
11Y mientras Zacarías estaba en el santuario, se le apareció un ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. 12Cuando Zacarías lo vio, se alarmó y se llenó de temor, 13pero el ángel le dijo:
18Zacarías le dijo al ángel:
19Entonces el ángel dijo:
21Mientras tanto, la gente esperaba a que Zacarías saliera del santuario y se preguntaba por qué tardaba tanto. 22Cuando por fin salió, no podía hablarles. Entonces, por las señas que hacía y su silencio, se dieron cuenta de que seguramente había tenido una visión en el santuario.
23Cuando Zacarías terminó su semana de servicio en el templo, regresó a su casa. 24Poco tiempo después, su esposa, Elisabet, quedó embarazada y permaneció recluida en su casa durante cinco meses.
exclamó ella.
26Cuando Elisabet estaba en su sexto mes de embarazo, Dios envió al ángel Gabriel a Nazaret, una aldea de Galilea, 27a una virgen llamada María. Ella estaba comprometida para casarse con un hombre llamado José, descendiente del rey David. 28Gabriel se le apareció y dijo:
29Confusa y perturbada, María trató de pensar lo que el ángel quería decir.
le dijo el ángel,
le preguntó María al ángel.
35El ángel le contestó:
38María respondió:
Y el ángel la dejó.
39Pocos días después, María fue de prisa a la zona montañosa de Judea, al pueblo 40donde vivía Zacarías. Entró en la casa y saludó a Elisabet. 41Al escuchar el saludo de María, el bebé de Elisabet saltó en su vientre y Elisabet se llenó del Espíritu Santo.
42Elisabet dio un grito de alegría y le exclamó a María:
46María respondió:
56Y María se quedó con Elisabet unos tres meses y luego regresó a su casa.
57Cuando se cumplió el tiempo para que naciera el bebé, Elisabet dio a luz un hijo varón. 58Todos sus vecinos y parientes se alegraron al enterarse de que el Señor había sido tan misericordioso con ella.
59Cuando el bebé cumplió ocho días, todos se reunieron para la ceremonia de circuncisión. Querían ponerle por nombre Zacarías como su padre, 60pero Elisabet dijo:
exclamaron.
62Entonces, le preguntaron por gestos al padre cómo quería que se llamara. 63Zacarías pidió con señas que le dieran una tablilla para escribir y, para sorpresa de todos, escribió: «Su nombre es Juan». 64Al instante Zacarías pudo hablar de nuevo y comenzó a alabar a Dios.
65Todo el vecindario se llenó de temor reverente, y la noticia de lo que había sucedido corrió por todas las colinas de Judea. 66Los que la oían meditaban sobre los acontecimientos y se preguntaban:
Pues la mano del Señor estaba sobre él de una manera especial.
67Entonces su padre, Zacarías, se llenó del Espíritu Santo y dio la siguiente profecía:
80Juan creció y se fortaleció en espíritu. Y vivió en el desierto hasta que comenzó su ministerio público a Israel.
21En esos días, Augusto, el emperador de Roma, decretó que se hiciera un censo en todo el Imperio romano. 2(Este fue el primer censo que se hizo cuando Cirenio era gobernador de Siria). 3Todos regresaron a los pueblos de sus antepasados a fin de inscribirse para el censo. 4Como José era descendiente del rey David, tuvo que ir a Belén de Judea, el antiguo hogar de David. Viajó hacia allí desde la aldea de Nazaret de Galilea. 5Llevó consigo a María, su prometida, cuyo embarazo ya estaba avanzado.
6Mientras estaban allí, llegó el momento para que naciera el bebé. 7María dio a luz a su primer hijo, un varón. Lo envolvió en tiras de tela y lo acostó en un pesebre, porque no había alojamiento disponible para ellos.
8Esa noche había unos pastores en los campos cercanos, que estaban cuidando sus rebaños de ovejas. 9De repente, apareció entre ellos un ángel del Señor, y el resplandor de la gloria del Señor los rodeó. Los pastores estaban aterrados, 10pero el ángel los tranquilizó.
dijo.
13De pronto, se unió a ese ángel una inmensa multitud —los ejércitos celestiales— que alababan a Dios y decían:
15Cuando los ángeles regresaron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros:
16Fueron de prisa a la aldea y encontraron a María y a José. Y allí estaba el niño, acostado en el pesebre. 17Después de verlo, los pastores contaron a todos lo que había sucedido y lo que el ángel les había dicho acerca del niño. 18Todos los que escucharon el relato de los pastores quedaron asombrados, 19pero María guardaba todas estas cosas en el corazón y pensaba en ellas con frecuencia. 20Los pastores regresaron a sus rebaños, glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído. Todo sucedió tal como el ángel les había dicho.
21Ocho días después, cuando el bebé fue circuncidado, le pusieron por nombre Jesús, el nombre que había dado el ángel aun antes de que el niño fuera concebido.
22Luego llegó el tiempo para la ofrenda de purificación, como exigía la ley de Moisés después del nacimiento de un niño; así que sus padres lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor. 23La ley del Señor dice: «Si el primer hijo de una mujer es varón, habrá que dedicarlo al Señor»*. 24Así que ellos ofrecieron el sacrificio requerido en la ley del Señor, que consistía en «un par de tórtolas o dos pichones de paloma»*.
25En ese tiempo, había en Jerusalén un hombre llamado Simeón. Era justo y devoto, y esperaba con anhelo que llegara el Mesías y rescatara a Israel. El Espíritu Santo estaba sobre él 26y le había revelado que no moriría sin antes ver al Mesías del Señor. 27Ese día, el Espíritu lo guió al templo. De manera que, cuando María y José llegaron para presentar al bebé Jesús ante el Señor como exigía la ley, 28Simeón estaba allí. Tomó al niño en sus brazos y alabó a Dios diciendo:
33Los padres de Jesús estaban asombrados de lo que se decía de él. 34Entonces Simeón les dio su bendición y le dijo a María, la madre del bebé:
36En el templo también estaba Ana, una profetisa muy anciana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Su esposo había muerto cuando solo llevaban siete años de casados. 37Después ella vivió como viuda hasta la edad de ochenta y cuatro años.* Nunca salía del templo, sino que permanecía allí de día y de noche adorando a Dios en ayuno y oración. 38Llegó justo en el momento que Simeón hablaba con María y José, y comenzó a alabar a Dios. Habló del niño a todos los que esperaban que Dios rescatara a Jerusalén.
39Una vez que los padres de Jesús cumplieron con todas las exigencias de la ley del Señor, regresaron a su casa en Nazaret de Galilea. 40Allí el niño crecía sano y fuerte. Estaba lleno de sabiduría, y el favor de Dios estaba sobre él.
COMPARACIÓN, CONTRASTE & REPETICIÓN