Lucas 7:1-8:56
71Cuando Jesús terminó de decir todo eso a la gente, regresó a Capernaúm. 2En ese tiempo, un apreciado esclavo de un oficial romano* estaba enfermo y a punto de morir. 3Cuando el oficial oyó hablar de Jesús, envió a unos respetados ancianos judíos a pedirle que fuera a sanar a su esclavo. 4De todo corazón, le suplicaron a Jesús que ayudara al hombre. Le dijeron:
6Entonces Jesús fue con ellos; pero, justo antes de que llegaran a la casa, el oficial envió a unos amigos a decir:
9Al oírlo, Jesús quedó asombrado. Se dirigió a la multitud que lo seguía y dijo:
10Cuando los amigos del oficial regresaron a la casa, encontraron al esclavo completamente sano.
11Poco después, Jesús fue con sus discípulos a la aldea de Naín, y una multitud numerosa lo siguió. 12Cuando Jesús llegó a la entrada de la aldea, salía una procesión fúnebre. El joven que había muerto era el único hijo de una viuda, y una gran multitud de la aldea la acompañaba. 13Cuando el Señor la vio, su corazón rebosó de compasión.
le dijo. 14Luego se acercó al ataúd y lo tocó y los que cargaban el ataúd se detuvieron.
dijo Jesús,
15¡Entonces el joven muerto se incorporó y comenzó a hablar! Y Jesús lo regresó a su madre.
16Un gran temor se apoderó de la multitud, y alababan a Dios diciendo:
y
17Y las noticias acerca de Jesús corrieron por toda Judea y sus alrededores.
18Los discípulos de Juan el Bautista le contaron todo lo que Jesús hacía. Entonces Juan llamó a dos de sus discípulos 19y los envió al Señor para que le preguntaran:
20Los dos discípulos de Juan encontraron a Jesús y le dijeron:
21En ese preciso momento Jesús sanó a muchas personas de enfermedades, dolencias, y expulsó espíritus malignos y le devolvió la vista a muchos ciegos. 22Luego les dijo a los discípulos de Juan:
24Después de que los discípulos de Juan se fueron, Jesús comenzó a hablar acerca de él a las multitudes.
29Cuando oyeron esto, todos —hasta los cobradores de impuestos— coincidieron en que el camino de Dios era el correcto,* porque fueron bautizados por Juan; 30pero los fariseos y los expertos en la ley religiosa no aceptaron el plan de Dios para ellos, porque rechazaron el bautismo de Juan.
preguntó Jesús.
36Uno de los fariseos invitó a Jesús a cenar, así que Jesús fue a su casa y se sentó a comer.* 37Cuando cierta mujer de mala vida que vivía en la ciudad se enteró de que Jesús estaba comiendo allí, llevó un hermoso frasco de alabastro lleno de un costoso perfume. 38Llorando, se arrodilló detrás de él a sus pies. Sus lágrimas cayeron sobre los pies de Jesús, y ella los secó con sus cabellos. No cesaba de besarle los pies y les ponía perfume.
39Cuando el fariseo que lo había invitado vio esto, dijo para sí:
40Entonces Jesús respondió a los pensamientos del fariseo:
le dijo,
respondió Simón.
41Entonces Jesús le contó la siguiente historia:
43Simón contestó:
dijo Jesús.
44Luego se volvió a la mujer y le dijo a Simón:
48Entonces Jesús le dijo a la mujer:
49Los hombres que estaban sentados a la mesa se decían entre sí:
50Y Jesús le dijo a la mujer:
81Poco después, Jesús comenzó un recorrido por las ciudades y aldeas cercanas, predicando y anunciando la Buena Noticia acerca del reino de Dios. Llevó consigo a sus doce discípulos, 2junto con algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y enfermedades. Entre ellas estaban María Magdalena, de quien él había expulsado siete demonios; 3Juana, la esposa de Chuza, administrador de Herodes; Susana; y muchas otras que contribuían con sus propios recursos al sostén de Jesús y sus discípulos.
4Cierto día, Jesús contó una historia en forma de parábola a una gran multitud, proveniente de varias ciudades, que se había reunido para escucharlo:
Después de haber dicho esto, exclamó:
9Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola. 10Él respondió:
19Entonces la madre y los hermanos de Jesús vinieron a verlo, pero no pudieron acercarse a él debido a la gran cantidad de gente. 20Alguien le dijo a Jesús:
21Jesús respondió:
22Cierto día Jesús les dijo a sus discípulos:
Así que subieron a una barca y salieron. 23Mientras navegaban, Jesús se recostó para dormir una siesta. Pronto se desató una tormenta feroz sobre el lago. La barca se llenaba de agua y estaban realmente en peligro.
24Los discípulos fueron a despertarlo:
gritaron.
Cuando Jesús se despertó, reprendió al viento y a las tempestuosas olas. De repente la tormenta se detuvo, y todo quedó en calma. 25Entonces les preguntó:
Los discípulos quedaron aterrados y asombrados.
se preguntaban unos a otros.
26Luego llegaron a la región de los gerasenos,* al otro lado del lago de Galilea. 27Mientras Jesús bajaba de la barca, un hombre que estaba poseído por demonios salió a su encuentro. Por mucho tiempo, había estado desnudo y sin hogar, y vivía en un cementerio, en las afueras de la ciudad.
28En cuanto vio a Jesús, soltó un alarido y cayó al suelo frente a él, y gritó:
29Pues Jesús ya le había ordenado al espíritu maligno* que saliera del hombre. Ese espíritu a menudo tomaba control de él. Aun cuando el hombre estaba bajo custodia, con cadenas y grilletes, simplemente los rompía y se escapaba al desierto, totalmente controlado por el demonio.
30Jesús le preguntó:
contestó, porque estaba lleno de muchos demonios.
31Los demonios seguían suplicándole a Jesús que no los enviara al abismo sin fondo.*
32Sucedió que había una gran manada de cerdos alimentándose en una ladera cercana, y los demonios le suplicaron que les permitiera entrar en los cerdos.
Entonces Jesús les dio permiso. 33Así que los demonios salieron del hombre y entraron en los cerdos, y toda la manada se lanzó al lago por el precipicio y se ahogó.
34Cuando los que cuidaban los cerdos vieron lo sucedido, huyeron a la ciudad cercana y sus alrededores, difundiendo la noticia mientras corrían. 35La gente salió corriendo para ver lo que había pasado. Pronto una multitud se juntó alrededor de Jesús, y todos vieron al hombre liberado de los demonios. Estaba sentado a los pies de Jesús, completamente vestido y en su sano juicio, y todos tuvieron miedo. 36Entonces los que habían visto lo sucedido, les contaron a los otros cómo había sido sanado el hombre poseído por demonios. 37Y todos los habitantes de la región de los gerasenos le suplicaron a Jesús que se fuera y los dejara en paz, porque una gran ola de miedo se apoderó de ellos.
Entonces Jesús regresó a la barca y se fue y cruzó nuevamente al otro lado del lago. 38El hombre que había sido liberado de los demonios le suplicaba que le permitiera acompañarlo. Pero Jesús lo envió a su casa diciéndole:
Entonces el hombre fue por toda la ciudad proclamando las grandes cosas que Jesús había hecho por él.
40Del otro lado del lago, las multitudes recibieron a Jesús porque lo estaban esperando. 41Y un hombre llamado Jairo, líder de la sinagoga local, se acercó y cayó a los pies de Jesús mientras rogaba que lo acompañara a su casa. 42Su única hija, que tenía unos doce años, estaba muriendo.
Mientras Jesús iba con Jairo, las multitudes lo rodeaban. 43Una mujer de la multitud hacía doce años que sufría una hemorragia continua* y no encontraba ninguna cura. 44Acercándose a Jesús por detrás, le tocó el fleco de la túnica. Al instante, la hemorragia se detuvo.
preguntó Jesús.
Todos negaron, y Pedro dijo:
46Pero Jesús dijo:
47Cuando la mujer se dio cuenta de que no podía permanecer oculta, comenzó a temblar y cayó de rodillas frente a Jesús. A oídos de toda la multitud, ella le explicó por qué lo había tocado y cómo había sido sanada al instante.
le dijo Jesús,
49Mientras él todavía hablaba con ella, llegó un mensajero de la casa de Jairo, el líder de la sinagoga, y le dijo:
50Cuando Jesús oyó lo que había sucedido, le dijo a Jairo:
51Cuando llegaron a la casa, Jesús no dejó que nadie entrara con él excepto Pedro, Juan, Santiago, y el padre y la madre de la niña. 52La casa estaba llena de personas que lloraban y se lamentaban, pero Jesús dijo:
53La multitud se rió de él, porque todos sabían que había muerto. 54Entonces Jesús la tomó de la mano y dijo en voz fuerte:
55En ese momento, le volvió la vida,* ¡y se puso de pie enseguida! Entonces Jesús les dijo que le dieran de comer a la niña. 56Sus padres quedaron conmovidos, pero Jesús insistió en que no le dijeran a nadie lo que había sucedido.
COMPARACIÓN, CONTRASTE & REPETICIÓN