El Concilio de Jerusalén

Hechos 15:1-15:36

151Cuando Pablo y Bernabé estaban en Antioquía de Siria, llegaron unos hombres de Judea y comenzaron a enseñarles a los creyentes:*

LOS JUDAIZANTES

A menos que se circunciden como exige la ley de Moisés, no podrán ser salvos.

2Pablo y Bernabé no estaban de acuerdo con ellos y discutieron con vehemencia. Finalmente, la iglesia decidió enviar a Pablo y a Bernabé a Jerusalén, junto con algunos creyentes del lugar, para que hablaran con los apóstoles y con los ancianos sobre esta cuestión. 3La iglesia envió a los delegados a Jerusalén, quienes de camino se detuvieron en Fenicia y Samaria para visitar a los creyentes. Les contaron —para alegría de todos— que los gentiles* también se convertían.
4Cuando llegaron a Jerusalén, toda la iglesia —incluidos los apóstoles y los ancianos— dio la bienvenida a Pablo y a Bernabé, quienes les informaron acerca de todo lo que Dios había hecho por medio de ellos. 5Pero después algunos creyentes que pertenecían a la secta de los fariseos se pusieron de pie e insistieron:

LOS JUDAIZANTES

Los convertidos gentiles deben ser circuncidados y hay que exigirles que sigan la ley de Moisés.

6Así que los apóstoles y los ancianos se reunieron para resolver este asunto. 7En la reunión, después de una larga discusión, Pedro se puso de pie y se dirigió a ellos de la siguiente manera:

SIMÓN PEDRO

Hermanos, todos ustedes saben que hace tiempo Dios me eligió de entre ustedes para que predicara a los gentiles a fin de que pudieran oír la Buena Noticia y creer. 8Dios conoce el corazón humano y él confirmó que acepta a los gentiles al darles el Espíritu Santo, tal como lo hizo con nosotros. 9Él no hizo ninguna distinción entre nosotros y ellos, pues les limpió el corazón por medio de la fe. 10Entonces, ¿por qué ahora desafían a Dios al poner cargas sobre los creyentes* gentiles con un yugo que ni nosotros ni nuestros antepasados pudimos llevar? 11Nosotros creemos que todos somos salvos de la misma manera, por la gracia no merecida que proviene del Señor Jesús.

12Todos escucharon en silencio mientras Bernabé y Pablo les contaron de las señales milagrosas y maravillas que Dios había hecho por medio de ellos entre los gentiles.
13Cuando terminaron, Santiago se puso de pie y dijo:

SANTIAGO HERMANO DE JESÚS

Hermanos, escúchenme. 14Pedro*les ha contado de cuando Dios visitó por primera vez a los gentiles para tomar de entre ellos un pueblo para sí mismo. 15Y la conversión de los gentiles es precisamente lo que los profetas predijeron. Como está escrito:
16“Después yo volveré
y restauraré la casa caída* de David.
Reconstruiré sus ruinas
y la restauraré,
17para que el resto de la humanidad busque al Señor,
incluidos los gentiles,
todos los que he llamado a ser míos.
El Señor ha hablado,
18 Aquel que hizo que estas cosas se dieran a conocer desde hace mucho”*.
19Y mi opinión entonces es que no debemos ponerles obstáculos a los gentiles que se convierten a Dios. 20Al contrario, deberíamos escribirles y decirles que se abstengan de comer alimentos ofrecidos a ídolos, de inmoralidad sexual, de comer carne de animales estrangulados y de consumir sangre. 21Pues esas leyes de Moisés se han predicado todos los días de descanso en las sinagogas judías de cada ciudad durante muchas generaciones.

22Entonces los apóstoles y los ancianos, junto con toda la iglesia de Jerusalén, escogieron delegados y los enviaron a Antioquía de Siria con Pablo y Bernabé para que informaran acerca de esta decisión. Los delegados escogidos eran dos de los líderes de la iglesia*: Judas (también llamado Barsabás) y Silas. 23La carta que llevaron decía lo siguiente:

EL CONCILIO DE JERUSALÉN

Nosotros, los apóstoles y los ancianos, sus hermanos de Jerusalén, escribimos esta carta a los creyentes gentiles de Antioquía, Siria y Cilicia. ¡Saludos!
24Tenemos entendido que unos hombres de aquí los han perturbado e inquietado con su enseñanza, ¡pero nosotros no los enviamos! 25Así que decidimos, después de llegar a un acuerdo unánime, enviarles representantes oficiales junto con nuestros amados Bernabé y Pablo, 26quienes han arriesgado la vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. 27Les enviamos a Judas y a Silas para confirmar lo que hemos decidido con relación a la pregunta de ustedes.
28Pues nos pareció bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponer sobre ustedes una carga mayor que estos pocos requisitos: 29deben abstenerse de comer alimentos ofrecidos a ídolos, de consumir sangre o la carne de animales estrangulados y de la inmoralidad sexual. Si hacen esto, harán bien. Adiós.

30Los mensajeros salieron de inmediato para Antioquía, donde convocaron a una reunión general de los creyentes y entregaron la carta. 31Y hubo mucha alegría en toda la iglesia ese día cuando leyeron este mensaje alentador.
32Entonces Judas y Silas, ambos profetas, hablaron largo y tendido con los creyentes para animarlos y fortalecerlos en su fe. 33Se quedaron allí un tiempo, y luego los creyentes los enviaron de regreso a la iglesia de Jerusalén con una bendición de paz.* 35Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía. Ellos y muchos otros enseñaban y predicaban la palabra del Señor en esa ciudad.
36Después de un tiempo Pablo le dijo a Bernabé:

PABLO

Volvamos a visitar cada una de las ciudades donde ya antes predicamos la palabra del Señor para ver cómo andan los nuevos creyentes.

*15:1 En griego hermanos; también en 15:3, 23, 32, 33, 36, 40.
*15:3 Gentil[es], que no es judío.
*15:10 En griego discípulos.
*15:14 En griego Simeón.
*15:16 O el reino caído; en griego dice la carpa caída.
*15:16-18 Am 9:11-12 (versión griega); Is 45:21.
*15:22 En griego eran líderes entre los hermanos.
*15:33 Algunos manuscritos agregan el versículo 34: Pero Silas decidió quedarse allí.

PROFUNDIZANDO MÁS

  • ¿Que finalidad tenía la reunión de los apóstoles y ancianos en Jerusalén?
  • ¿Según Pedro, cómo reciben la salvación los creyentes?
  • ¿Sientes las necesidad de cumplir ciertas expectativas religiosas para poder ser salvo?
  • Así como el Espíritu Santo confirmó la verdad del evangelio a los apóstoles y ancianos, ¿qué te esta hablando a ti el Espíritu Santo?
La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente,
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