Marcos 1:1-3:6
11Esta es la Buena Noticia acerca de Jesús el Mesías, el Hijo de Dios.* Comenzó 2tal como el profeta Isaías había escrito:
«Mira, envío a mi mensajero delante de ti,
y él preparará tu camino.*
3Es una voz que clama en el desierto:
“¡Preparen el camino para la venida del Señor!
¡Ábranle camino!”*».
4Ese mensajero era Juan el Bautista. Estaba en el desierto y predicaba que la gente debía ser bautizada para demostrar que se había arrepentido de sus pecados y vuelto a Dios para ser perdonada. 5Toda la gente de Judea, incluidos los habitantes de Jerusalén, salían para ver y oír a Juan; y cuando confesaban sus pecados, él los bautizaba en el río Jordán. 6Juan usaba ropa tejida con pelo rústico de camello y llevaba puesto un cinturón de cuero alrededor de la cintura. Se alimentaba con langostas y miel silvestre.
7Juan anunciaba:
9Cierto día, Jesús llegó de Nazaret de Galilea, y Juan lo bautizó en el río Jordán. 10Cuando Jesús salió del agua, vio que el cielo se abría y el Espíritu Santo descendía sobre él* como una paloma. 11Y una voz dijo desde el cielo:
12Luego el Espíritu lo impulsó a ir al desierto, 13donde Jesús fue tentado por Satanás durante cuarenta días. Estaba a la intemperie entre los animales salvajes, y los ángeles lo cuidaban.
14Más tarde, después del arresto de Juan, Jesús entró en Galilea, donde predicó la Buena Noticia de Dios.*
anunciaba.
16Cierto día, mientras Jesús caminaba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón* y a su hermano Andrés que echaban la red al agua, porque vivían de la pesca. 17Jesús los llamó:
18Y enseguida dejaron las redes y lo siguieron.
19Un poco más adelante por la orilla, Jesús vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, en una barca, reparando las redes. 20Los llamó de inmediato y ellos también lo siguieron, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los hombres contratados.
21Jesús y sus compañeros fueron al pueblo de Capernaúm. Cuando llegó el día de descanso, Jesús entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. 22La gente quedó asombrada de su enseñanza, porque lo hacía con verdadera autoridad, algo completamente diferente de lo que hacían los maestros de la ley religiosa.
23De pronto, un hombre en la sinagoga, que estaba poseído por un espíritu maligno,*comenzó a gritar: 24
lo interrumpió Jesús y le ordenó:
26En ese mismo momento, el espíritu maligno soltó un alarido, le causó convulsiones al hombre y luego salió de él.
27El asombro se apoderó de la gente, y todos comenzaron a hablar de lo que había ocurrido.
se preguntaban con emoción.
28Las noticias acerca de Jesús corrieron velozmente por toda la región de Galilea.
29Después Jesús salió de la sinagoga con Santiago y Juan, y fueron a la casa de Simón y Andrés. 30Resulta que la suegra de Simón estaba enferma en cama con mucha fiebre. Se lo contaron a Jesús de inmediato. 31Él se acercó a la cama, la tomó de la mano y la ayudó a sentarse. Entonces la fiebre se fue, y ella les preparó una comida.
32Esa tarde, después de la puesta del sol, le llevaron a Jesús muchos enfermos y endemoniados. 33El pueblo entero se juntó en la puerta para mirar. 34Entonces Jesús sanó a mucha gente que padecía de diversas enfermedades y expulsó a muchos demonios, pero como los demonios sabían quién era él, no los dejó hablar.
35A la mañana siguiente, antes del amanecer, Jesús se levantó y fue a un lugar aislado para orar. 36Más tarde, Simón y los otros salieron a buscarlo. 37Cuando lo encontraron, le dijeron:
38Jesús les respondió:
39Así que recorrió toda la región de Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando demonios.
40Un hombre con lepra se acercó, se arrodilló ante Jesús y le suplicó que lo sanara.
dijo.
41Movido a compasión,* Jesús extendió la mano y lo tocó.
dijo.
42Al instante, la lepra desapareció y el hombre quedó sano. 43Entonces Jesús lo despidió con una firme advertencia:
45Pero el hombre hizo correr la voz proclamando a todos lo que había sucedido. Como resultado, grandes multitudes pronto rodearon a Jesús, de modo que ya no pudo entrar abiertamente en ninguna ciudad. Tenía que quedarse en lugares apartados, pero aun así gente de todas partes seguía acudiendo a él.
21Cuando Jesús regresó a Capernaúm varios días después, enseguida corrió la voz de que había vuelto a casa. 2Pronto la casa donde se hospedaba estaba tan llena de visitas que no había lugar ni siquiera frente a la puerta. Mientras él les predicaba la palabra de Dios, 3llegaron cuatro hombres cargando a un paralítico en una camilla. 4Como no podían llevarlo hasta Jesús debido a la multitud, abrieron un agujero en el techo, encima de donde estaba Jesús. Luego bajaron al hombre en la camilla, justo delante de Jesús. 5Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo al paralítico:
6Algunos de los maestros de la ley religiosa que estaban allí sentados pensaron:
8En ese mismo instante, Jesús supo lo que pensaban, así que les preguntó:
Entonces Jesús miró al paralítico y dijo:
12Y el hombre se levantó de un salto, tomó su camilla y salió caminando entre los espectadores, que habían quedado atónitos. Todos estaban asombrados y alababan a Dios, exclamando:
13Entonces Jesús salió de nuevo a la orilla del lago y enseñó a las multitudes que se acercaban a él. 14Mientras caminaba, vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado en su cabina de cobrador de impuestos.
le dijo Jesús. Entonces Leví se levantó y lo siguió.
15Más tarde, Leví invitó a Jesús y a sus discípulos a una cena en su casa, junto con muchos cobradores de impuestos y otros pecadores de mala fama. (Había mucha de esa clase de gente entre los seguidores de Jesús). 16Cuando los maestros de la ley religiosa, que eran fariseos,* lo vieron comer con los cobradores de impuestos y otros pecadores, preguntaron a los discípulos:
17Cuando Jesús los oyó, les dijo:
18Cierta vez que los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, algunas personas se acercaron a Jesús y le preguntaron:
19Jesús les contestó:
23Cierto día de descanso, mientras Jesús caminaba por unos terrenos sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar espigas de grano para comer. 24Entonces los fariseos le dijeron a Jesús:
25Jesús les dijo:
27Después Jesús les dijo:
31Jesús entró de nuevo en la sinagoga y vio a un hombre que tenía una mano deforme. 2Como era el día de descanso, los enemigos de Jesús lo vigilaban de cerca. Si sanaba la mano del hombre, tenían pensado acusarlo por trabajar en el día de descanso.
3Jesús le dijo al hombre con la mano deforme:
4Luego se dirigió a sus acusadores y les preguntó:
Pero ellos no quisieron contestarle.
5Jesús miró con enojo a los que lo rodeaban, profundamente entristecido por la dureza de su corazón. Entonces le dijo al hombre:
Así que el hombre la extendió, ¡y la mano quedó restaurada! 6Los fariseos salieron enseguida y se reunieron con los partidarios de Herodes para tramar cómo matar a Jesús.
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